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San Juan de Mata, fundador
San Juan de Mata nació hacia el año 1.154 en el pueblecito alpino de Faucon, a 2,5 km de Barcelonnette, región de Provenza, Francia. La Provenza pertenecía entonces al condado de Barcelona. Los padres de Juan fueron Eufemio de Mata, barón de Mata y Marta de Fenouillet, noble señora de una familia acomodada de Marsella.
Los primeros estudios los hizo en su pueblo natal, Faucon. Luego cursó las artes liberales y la filosofía hasta la edad aproximada de 20 años, una parte en Aix-en-Provence -capital de la Provenza- y otra en Marsella. Aquí en Marsella, su piadosa madre lo acercó al conocimiento y al amor de los pobres y desheredados. Le hizo visitar también los hospitales y las cárceles.
Deseando hacer la carrera eclesiástica y dado que su familia podía permitirse pagarle el viaje y los estudios en París, se trasladó allí para cursar los estudios teológicos en el «Studium» o escuela de la catedral, de donde surgirá la famosa universidad de la Sorbona (1.206). París era el centro intelectual de Francia y Europa; la plataforma principal para organizar las cruzadas.
Juan de Mata estudió y enseñó la teología bajo la dirección del maestro italiano Guillermo Prevostino. Autores del siglo XIII llaman a Juan «magíster theologus» (maestro teólogo), lo cual alude al hecho de que con el título académico correspondiente y durante algún tiempo fue también profesor de teología 1.190-1.193).
En París estudiando teología, se consolidó su deseo de entrar en alguna orden religiosa. Algunas circunstancias que influyeron en su vocación fueron: el intenso ambiente religioso de la época (época de cristiandad) particularmente en Provenza, los estudios eclesiásticos en sí, la relación con los monjes de la abadía de San Victor de París, el conocimiento directo de una sociedad esclavista y del acoso de los musulmanes a los países cristianos europeos...
La guerra santa de los musulmanes frente a las cruzadas de los cristianos daba origen a un intenso tráfico de esclavos. Los ataques de los moros a los países cristianos, sobre todo en las costas mediterráneas dejaban como resultado, miles y miles de cautivos en Palestina, norte de África, España, etc.
Un relato anónimo de la primera mitad del siglo XIII cuenta la experiencia que vivió Juan de Mata durante la celebración solemne de su primera misa en París, que tuvo lugar el 28 de enero de 1.193: «Juan invitó a su primera misa al obispo de París, al abad de San Victor y a Prevostino que había sido su maestro. En el momento central de la misa suplicó al Señor que, si era su voluntad, le mostrase en qué orden religiosa podía ingresar con toda seguridad, y al elevar los ojos al cielo, se le apareció el mismo Señor sosteniendo en sus manos a dos hombres encadenados por las tibias: uno negro y feo y el otro blanco y pálido».
Percibida la llamada divina, Juan se retiró a meditar y rezar para comprender mejor su misión a un lugar solitario y boscoso distante unos 80 km de París, llamado Cerfroid (ciervo frío). Allí encontró a un grupo de cuatro ermitaños a los que contó su experiencia de la primera misa y su plan de fundar una orden religiosa. El principal de estos ermitaños era Félix de Valois. Todos ellos se le unieron en su proyecto fundacional. En 1.194 creó en el mismo lugar de Cerfroid la primera comunidad de trinitarios. En seguida y gracias a algunas donaciones de terrenos y a conseguir nuevos discípulos fundó otras dos casas.
Considerando que para dedicarse al rescate de cautivos en muchos países, necesitaba el apoyo del Papa, Juan de Mata acudió en 1.198 a Roma para someter al juicio de Inocencio III su plan y la Regla que había compuesto para la nueva orden. Dicho Papa, después de examinar atentamente el asunto y hacer algunas consultas al obispo de París y al abad de San Victor (París), aprobó la Regla de San Juan de Mata con una bula del 17 de diciembre de 1.198. Al hacerlo, el Papa constata la autenticidad del carisma: compromiso de “seguir a Cristo” y servir de una forma determinada a los hermanos, asumido “por inspiración divina”, sustentado “por la raíz de la caridad”.
En el frontispicio del hospital romano de Santo Tomás in Formis, Juan de Mata mandó colocar hacia 1.210 un mosaico circular aún hoy existente, que refleja la entraña del carisma o experiencia evangélica del trinitario. Representa un Cristo majestuoso sentado en medio de dos cautivos a quienes ase de la mano, uno de ellos es negro y simboliza al hombre musulmán en cautividad; el otro blanco y por la cruz rojiazul que enarbola denota ser cristiano, pero también cautivo y en cadenas. Los tres personajes del mosaico son elementos constituyentes de la experiencia de san Juan de Mata y sus "hijos". En torno al círculo se lee: “Signum Ordinis Sanctae Trinitatis et Captivorum” (símbolo de la Orden de la Santa Trinidad y de los Cautivos). La figura central (el Cristo) en el contexto cultural de la época, representa a toda la Santísima Trinidad, en cuanto que en y a través del Redentor se revela todo el misterio de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Estamos por tanto ante un icono de la Trinidad en acción redentora. Y se detecta con facilidad el “signum” o fisonomía que ahí se dibuja: el trinitario se asocia a Cristo Redentor, con y desde Cristo vive la Trinidad y colabora en la obra redentora procurando la libertad a los hermanos cautivos.
Entre otras bulas de apoyo que obtuvo del Papa, Juan consiguió también una carta de Inocencio III (8 de marzo de 1.199) dirigida al rey de Marruecos, con la que le presentaba a los trinitarios y su misión de ocuparse de los cautivos. Por los meses de abril y mayo de ese año el propio Juan llevó la carta al rey de Marruecos y realizó la primera redención de cautivos, trasladándolos a Marsella.
Luego el Santo se dedicó a fundar varias casas en el sur de Francia (la más importante, la de Marsella), para organizar mejor las expediciones redentoras, buscaba la cercanía a las líneas musulmanas y a los grandes puertos de mar para realizar mejor su misión de redención. Fundó también varias casas en España, que estaba medio invadida por los moros: Avingaña (Lérida), Toledo, Segovia, Burgos... Al mismo tiempo mandaba grupos de trinitarios al norte de África, a Valencia, a Granada, a Palestina y a Oriente Medio, etc., para rescatar cautivos. En Oriente Medio prestaron también su asistencia espiritual a los cruzados y establecieron cuatro casas (San Juan de Arce, Cesarea, Beirut y Jafa). A él mismo se le atribuyen dos redenciones efectuadas en 1.207-1.208 en Córdoba y Valencia.
En 1208 Inocencio III donó a Juan de Mata una gran casa que había sido antes abadía cisterciense en Roma, cerca del Coliseo, era Santo Tomás in Formis, que el Santo convirtió enseguida en hospital para acoger y curar a los cautivos. Allí puso, como hemos dicho, el mosaico que refleja plásticamente la misión principal de los trinitarios. En esta casa de Roma murió Juan de Mata el 17 de diciembre de 1.213. Dejaba una treintena de casas o comunidades de trinitarios. En la mayor parte de ellas puso también hospitales, donde los religiosos atendían no sólo a los cautivos liberados (que, antes de ser devueltos a sus familias necesitaban recuperarse físicamente) sino también a los pobres y enfermos indigentes.
Juan de Mata fue venerado por los trinitarios como padre y ejemplo de vida, pero sus "hijos", absorbidos como estaban en el trabajo apostólico y en dar vigor a la Orden, no se ocuparon entonces de su canonización. Fue en el siglo XVII cuando, en conformidad con una serie de nuevas disposiciones sobre la veneración de los santos decretadas por el papa Urbano VIII (15 de mayo de 1.625), por iniciativa sobre todo de los trinitarios descalzos españoles, se instruyeron en Roma, Burgos y Madrid, los procesos canónicos “de cultu ab immemorabili” (acerca del culto inmemorial) tributado a Juan de Mata (y Félix de Valois, su principal colaborador). Y así tras esos procesos, Alejandro VII con bula del 21 de octubre de 1.666, reconoció oficialmente (lo cual equivale a una canonización) el culto inmemorial tributado a Juan de Mata, fundador de la Orden de la Santísima Trinidad. Luego, el papa Clemente IX aprobó su misa y oficio propios. Clemente X al inscribir el nombre del Santo en el martirologio romano (1.670) fijó su fiesta el 17 de diciembre. Inocencio XI (1.679) cambió la fecha de la fiesta al 8 de febrero. Por último, Inocencio XII (1.694) extendió esa fiesta a la Iglesia universal.
La fiesta litúrgica de San Juan de Mata, se celebra en principio el día 17 de diciembre, fecha de un doble aniversario importante: De la aprobación de su Regla (17-XII-1.198) y de la muerte del Santo (17-XII-1.213). En nuestra parroquia y colegio al igual que en otros muchos lugares, seguimos celebrando la fiesta de San Juan de Mata el día 8 de febrero, trasladándola por motivos pastorales al domingo más cercano.
Llegada de los sagrados restos de San Juan de Mata a Salamanca
¿Cómo es que sus restos han llegado a nuestra iglesia de Salamanca?
En 1.389 la Orden perdió la casa de Santo Tomás in Formis, que fue tomada por el capítulo canonical del Vaticano. A pesar de los esfuerzos por recuperarla dos siglos después, no fue posible. El deterioro del edificio y la desatención hacia la tumba del fundador iban en aumento. El proceso de canonización potenció la preocupación por el estado de las reliquias. En este contexto, se verificó el "piadoso hurto" de las mismas, llevado a cabo la noche del 19-3-1.655 por dos hermanos legos españoles, José Vidal y Gonzalo de Medina. Estos encontraron en el sarcófago tres cuerpos: el de Juan de Mata apartado de los demás y señalado con una oración escrita en papel, y los de Juan y Miguel, 2º y 5º ministros generales identificados por una inscripción. El del Santo lo entregaron al P. Pedro Arias Portocarrero, procurador general de la Orden ante la Santa Sede y este se encargó de trasladar las reliquias a Madrid y de entregarlas allí (24-11-1.655) al nuncio apostólico Camilo de Maximis. Permanecerían en la nunciatura hasta 1.686, cuando fueron cedidas a los trinitarios descalzos que las colocaron bajo el altar de su capilla conventual.
Con motivo de la exclaustración de regulares (1.835), las reliquias, guardadas en una hermosa urna barroca de plata repujada, construida en 1.722, fueron depositadas en el monasterio madrileño de las trinitarias de clausura. Aunque la propiedad de la urna seguía perteneciendo a la comunidad de los Padres Trinitarios de Madrid, el depósito se prolongó durante 130 años.
El acontecimiento de la llegada de las reliquias a Salamanca tuvo lugar los días 8 y 9 de octubre de 1.966, dos años antes de la creación de la parroquia. Días antes en Madrid se despidieron de las reliquias, por una parte las Monjas Trinitarias con una emotiva ceremonia y por otra, los Padres Trinitarios con un triduo. Para la ocasión, llegaron a Madrid representantes de toda la Orden, entre ellos el ministro General P. Michele Nardone y se personaron también representantes de las tres ramas de Trinitarias de vida activa existentes.
El día 8 festividad de la Virgen del Buen Remedio, patrona de la Orden, tras una breve ceremonia partió la comitiva de Madrid a las cuatro de la tarde llegando a la Ciudad del Tormes a las 20,10 h. Detrás del coche portador de la urna iba el cortejo de tres autobuses llenos de gente (dos de Madrid y uno de Salamanca) y de varios coches particulares. Dos kilómetros antes, a la altura de Santa Marta, se unieron a la comitiva dos guardias motorizados y numerosos coches más. La recepción a las puertas de la catedral (vieja) salmantina fue multitudinaria. Mientras la urna de las reliquias era introducida a hombros de cuatro trinitarios en el recinto sacro, la banda municipal interpretó el himno nacional. Acto seguido junto a la urna el obispo diocesano Mauro Rubio Repullés ofició una misa pontifical. El beso de la reliquia del Santo por los fieles, acompañado de las notas del himno de San Juan de Mata fue el gesto conclusivo.
El domingo día 9 a las 11 de la mañana se llevó la urna en un vehículo hasta el comienzo de la Avda. Héroes de Brunete, donde seguidamente arrancó la procesión que la condujo hasta el Colegio. La comitiva transcurrió en este orden: tres guardias motorizados abriendo el paso, cruz procesional, centenares de niños con banderines, trinitarios, trinitarias (miembros de la curia general, provinciales españoles, algunos de Canadá, Italia y Francia, muchos más de España, en total más de un centenar), religiosos de otros institutos, urna en elegante carroza, el ministro general flanqueado por el diácono, el subdiácono y varios sacerdotes revestidos con ornamentos sagrados, representantes de asociaciones trinitarias, la banda militar y una gran multitud de fieles. Las fachadas de las casas aparecen engalanadas. Casi todas las comunidades religiosas de la ciudad están representadas. A la llegada la capilla resulta pequeña para tanta gente.
El P. General lee la ofrenda de la Orden al Santo Fundador y oficia una solemne misa concelebrada. En su homilía, dijo, lleno de emoción: «No se podía haber pensado un modo más solemne para la inauguración de este moderno colegio trinitario gloria de la Provincia de la Inmaculada Concepción y gloria también de toda la Orden. Para la inauguración de este colegio que será centro de estudios y del saber y donde se espera que con la gracia de Dios surjan trinitarios que como anteriormente en Salamanca, brillen por su ciencia y santidad, no podía encontrarse mejor prenda que el Cuerpo de nuestro P. San Juan con quien vendrán también las mejores bendiciones celestiales. No sabemos los designios de Dios y por eso ignoramos el tiempo que aquí permanecerán las sagradas reliquias. Una cosa es cierta: Que para este Colegio ha sido la más feliz suerte y que si vosotros os esmeráis en tributarle la debida veneración, él os colmará de gracias y favores».
Desde entonces, los restos de San Juan de Mata se veneran en nuestra Parroquia.
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