«Además de los tiempos que tienen un carácter propio, quedan 33 o 34 semanas en el curso del año, en las cuales no se celebra algún aspecto peculiar del misterio de Cristo, sino más bien se recuerda el mismo misterio de Cristo en su plenitud, principalmente los domingos. Este periodo de tiempo recibe el nombre de tiempo ordinario.
El tiempo ordinario comienza el lunes que sigue al domingo posterior al 6 de enero y se extiende hasta el martes antes de Cuaresma inclusive, de nuevo comienza el lunes después del domingo de Pentecostés y termina antes de las primeras Vísperas del domingo 1 de Adviento». (Normas sobre el Año litúrgico y sobre el calendario, 43-44)